lunes, 5 de septiembre de 2011

LA PENA DE MUERTE


Frente a la violencia cotidiana, la reacción es, muchas veces, violenta. Somos un país que ha abolido la pena de muerte; sin embargo, muchas voces piden restablecerla.
La muerte, aquella que prodiga la justicia de los hombres, es un tema demasiado sagrado como para no ser tratado con respeto.
Durante miles de años, en todos los países, el castigo supremo fue la pena de muerte, matar al que mato era un acto justo y moral.
Los códigos mas antiguos que poseemos, como el de Mesopotamia (hacia 2080 a.C.), muestran los pasos de la venganza privada hacia la justicia del Estado. El código de Hammurabi (1700 a.C.) menciona la pena de muerte 34 veces; las formas eran: ahogar en agua, quemar con fuego, empalar; las razones eran: el homicidio, el adulterio de la mujer, el incesto, la brujería, el robo, etcétera.
Para limitar los errores judiciales se instauró la obligación de presentar varios testigos…
La tradición frena el progreso del derecho. En el siglo XVIII, no menos de 115 delitos eran castigados  con la muerte.
La sociedad debe tomar medidas para evitar que se cometan crímenes, impedir la laxitud de las leyes, la permisividad, la sensiblería: existen penas de sustitución. Un error judicial es siempre posible; a la vez que existe la posibilidad de que el criminal no sea responsable.
¡Nosotros no matamos! Pero podemos defendernos con buenos castigos.
(cit. Ikram Antaki, 2000)

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